Es difícil hablar de historia del mundo de los videojuegos sin mentar el pelotazo que dieron Crystal Dynamics con su heroína (en ambas acepciones del diccionario) tridimensional. No era suficiente con reinventar el género sino que también se encontraron con el paquete completo de Girl Power en unos mediados de los noventa en los que las Spice Girls fueron el mito erótico de muchos preadolescentes y los tops de colores estaban en alza.
Diecisiete años tiene a sus espaldas la saga y apenas se ha notado evolución en sus juegos. Nuevos movimientos, mejores gráficos, diferentes escenarios, títulos para pegarse un tiro como Angel of Darkness, nada daba ese subidón que tanto necesitaba. Los tres últimos, sin contar con Guardian of Light que tiene un cooperativo muy divertido pero no es un Tomb Raider al uso, intentaban suplir la falta de originalidad volviéndose más peliculeros (no lo suficiente), pero teniendo un regusto añejo que ya empezaba a oler mal. Eso hasta este Uncharted IV: Lara Croft.
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