KickBeat 2014 WITH ALL THE RAGE

Análisis – KickBeat Steam Edition

Todos conocemos a Zen Studios por una sola cosa: sus pinballs. El homenaje que el estudio ha realizado a la máquina del millón roza la perfección en todas y cada una de las plataformas donde ha sido estrenado. No obstante estos últimos meses han querido desencasillarse un poco y uno de los títulos fruto de ese intento, cuyo estreno fue en PS Vita, ha sido KickBeat.

La versión para PC apareció en Steam hace pocos días y no innova en absoluto en el mundo de los juegos musicales aunque lo intente disimular con ese «»toque»» beat’em up.

Un orbe de música para dominarlos a todos, viejos maestros de KickBeat y un héroe con el que pasarse la primera vuelta del juego y dejar la segunda en manos de la heroína. No, la droga no. La historia que envuelve a KickBeat es un mero tránsito entre canción y canción en el que de vez en cuando veremos alguna animación sobre imágenes estáticas y en un par de ocasiones nos hará esbozar una sonrisa por los diálogos. Sin embargo no creo que ninguno de nosotros estemos aquí por la historia.

Lo que realmente llamaba la atención de KickBeat era como repartir tollinas a todo ritmo. Dar patadas mientras suena la música techno de EnV (que nos sonará de Electronic Super Joy), Last Resort de Papa Roach o Boom de P.O.D no tiene precio, bueno sí, pero tampoco demasiado caro. Mientras somos rodeados por enemigos que nos atacarán desde cuatro puntos diferentes, los controles de KickBeat se ven reducidos a los direccionales y otras dos teclas para los power ups, nuestro héroe deberá defenderse al ritmo que marquen las canciones y que es debidamente indicado por el botón/tecla correspondiente en la pista de baile. Un juego sencillo, rápido y directo, perfecto para todos aquellos que deseen introducirse en los juegos musicales y del que deberéis huir si pensabáis encontrar aquí algo de beat’em up porque no hay ni rastro es todo estética.

Kickbeat lateral

Las patadas y puñetazos son mera coreografía, casi una parte más que da algo de vida al despoblado escenario, igual que los enemigos que si hubieran sido fichas rojas, amarillas y azules nadie hubiera notado la diferencia a nivel jugable. Es cierto que intentan dar un toque de espectacularidad gráfica, de hecho las cámaras lentas que se marcan Zen Studios cuando acaba una sección de la pista quedan perfectas con la música, pero es puro adorno y con las cuatro primeras canciones ya habremos visto todas las animaciones y golpes que nuestro protagonista puede realizar. El juego no es más que una versión aumentada del típico minijuego de baile que encontramos en algunos títulos o una versión reducida de un Rockband/Guitar Hero; el Simon de toda la vida si tenemos en cuenta que cuando aparecen varios enemigos rodeándonos es muy difícil guiarse por otra cosa que no sean los botones de cuatro colores que aparecen en el suelo como ayuda.

El sistema de combos es poco profundo y bebe directamente de los grandes. Con un símbolo del Ying y el Yang sobre el que repartimos dancing katas, serán representadas nuestra salud y nuestra barra de potenciador, el primero bajará si fallamos a la hora de golpear al rival y subirá sólo si obtenemos un item de salud, los cuales se nos darán al golpear dos veces a un mismo enemigo que sobre su cabeza tenga el power up correspondiente. En cuanto al segundo este se irá rellenando según enlacemos golpes, su uso será temporal, con posibilidad de volver a cargarse, y multiplicará los puntos que realicemos hasta que se agote. Ese es el objetivo principal del género que tanto auge tuvo a mediados de la década pasada: hacer canciones perfectas, enlazar el mayor número de combos posible y utilizar los multiplicadores para aumentar nuestro marcador y chulear a nuestros amigos en los rankings.

En cuanto a modos el juego no viene demasiado suelto. A un modo historia que para completarlo deberemos repasarlo dos veces, uno con cada protagonista, tan solo se le suman un clásico modo Freestyle, un Survival y un modo llamado Your Music que debería ser interesante pero que no está demasiado pulido. La gracia de este modo es jugar con tu propia música e incluso te deja retocar un poco como quieres que sea la canción permitiéndote (más bien obligándote) medir personalmente la velocidad de los BPM en la canción y eligiendo entre cinco niveles la variación de ataques enemigos (solo hay tres tipos: ritmo normal-largo, doble ritmo y notas simultaneas) que afectarán al nivel de dificultad de la canción. El problema llega a la hora de jugarlas. Muchas veces las combinaciones de enemigos se vuelven un poco locas llegando a atacarte demasiado rápido e impidiendo realizar combos e incluso en ocasiones romperse del todo y mandarte al escritorio, algo que probablemente solucionarán en un futuro mediante un parche pero que no he podido disfrutar.

KickBeat no pasará a la historia del videojuego, ni como Rhythm Game y mucho menos como el beat’em up que parece gracias a su enorme capa de maquillaje tras la que se oculta una mecánica bastante trillada y realmente simple. En su favor podemos decir que hay pocos juegos de este tipo en PC y que aunque no innove en absoluto no se hace pesado de jugar…y que demonios, repartir tortas con las melodías de Eletronic Super Joy siempre es divertido.

Nota 6: Como comerte un flash de 25 pesetas

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