Análisis – The Cave
En realidad sí
¡Ron Gilbert es un genio! Ron Gilbert es un genio. ¿Ron Gilbert es un genio? El padre de Monkey Island o Maniac Mansion es una de las mentes que más carcajadas ha producido a los jugadores durante la generación PC en la cual las aventuras gráficas clásicas y disparatadas estaban a la orden del día. The Cave tiene un puñado del aquellos hilarantes diálogos chispeantes, pero es lo único que tiene.
La Cueva es un ente geológico que se presenta como una atracción turística a los espeleólogos (no necesariamente con estudios) que deciden visitarla. Un total de siete personajes llegarán a la cueva entrando en grupos de tres y dejándonos libertad para componer esos tríos como queramos. Cada uno de los protagonistas podrá dar acceso a sus compañeros a una determinada área de la Cueva en la que nuestro anfitrión, la propia cueva, nos narrará la historia de dicho personaje que podremos completar un poco si buscamos unas pinturas azules que nos revelen ciertas imágenes comprometedoras.
Las habilidades serán las mismas para todos: correr, saltar y llevar objetos, a excepción de una de carácter individual que les diferenciará entre ellos y está terriblemente mal empleada salvo en sus respectivas historias y contadas ocasiones. Ahí es donde comienzan los problemas de The Cave.
Atrás quedan las aventuras gráficas en las que teníamos que recorrer mil veces el escenario a golpe de clic en busca de lo que se nos había olvidado o bien pistas sobre cómo combinar los objetos que teníamos en el inventario, ahora deberemos recorrerlos literalmente saltando y danzando por los niveles haciéndolo mucho más tedioso cuando solo tenemos la capacidad de llevar un objeto por personaje obligándonos a deshacer todo el camino andado si nos hemos confundido al elegir. La sucesión de puzles es demasiado lógica convirtiendo lo que hace brillar a una aventura gráfica, la satisfacción de completarlos, en un paso más para llegar a la siguiente parte de la historia o el próximo comentario jocoso de la Cueva. En esto no nos podemos quejar, la Cueva es bastante graciosa haciendo gala de un humor negro excelente en más de una ocasión.
Aparte de la dificultad de dichos puzles, que para los experimentados en el género serán realmente sencillos, el principal escollo de estos es la falta de sensación de trabajo en equipo. Entiendo que Double Fine y Ron Gilbert no querían realizar un Lost Vikings, ojalá hubiera sido así, pero gran parte de ellos pueden completarse utilizando a un personaje o dos (y no suelen ir más allá de presionar un botón o palanca con algo de sincronización). Eso si no entramos en que colaborar con las habilidades especiales es algo contado con los dedos de una mano por la propia naturaleza del juego al permitirnos seleccionar los protagonistas de la historia cerrándose él mismo las puertas a unas situaciones mejor elaboradas y que sacaran verdadero partido de los personajes.
Las partes que más colaboración requieren, y además tienen algunos de los mejores momentos del juego, son las zonas comunes. Bastante divertidas y con unos secundarios que probablemente sean lo mejor del juego después del narrador, dichas zonas se convierten en lo peor después de la primera vuelta de las tres obligatorias. Podéis imaginar que es lo que ocurre: hay que pasarse esos puzles en todas las partidas y además tendremos que repetir por lo menos la historia de dos de los personajes. Double Fine jugando sucio y mal con la rejugabilidad, algo tan fácil de solucionar añadiendo un par de componentes más al grupo y dándonos la opción de saltar las partes comunes, que si bien es cierto que algunos sitios solo son accesibles por determinadas habilidades, también lo es que no es aliciente suficiente para pasarte 15-30 minutos volviendo haciendo prácticamente lo mismo. En la segunda partida aún se hace pasable, pero en la tercera si además tenemos que repetir dos de tres personajes se hace verdaderamente insufrible. Pro-tip: jugad 3-2-2, de esa manera la última partida no se hará tan pesada.
La compañía de Tim Schafer siempre suele hacerlo bastante bien con la dirección de arte. Sin ser tecnológicamente puntero, The Cave cumple con animaciones y diseños. El mapa no es ningún prodigio pero está lleno de pequeños detalles que a más de un fan de la compañía no se le escaparán y a los no tan fans les harán gracia al llevar la marca de la casa Ron Gilbert: el disparate como forma de humor. Un doblaje muy bueno (en inglés) de los secundarios y la genial voz del narrador completan el clásico pack Double Fine con músicas ambientales propias de cada uno de los protagonistas. Bien siempre en este apartado, no alardean pero nunca se quedan cortos.
Me encantaría decir que The Cave es un experimento fallido pero no tiene nada de eso. Coge lo que ya hemos visto en juegos como el mencionado Lost Vikings o Trine y lo lleva al terreno de Gilbert, la aventura gráfica, sacrificando la intensidad del trabajo en equipo y olvidando hacer un plataformeo más elaborado. Se deja en el tintero que lo importante de llevar a un grupo de personajes, salvo que el juego se llame Gears of War y estos los maneje el ordenador, es que precisamente se sientan y formen una unidad en la que se necesiten constantemente los unos a los otros, algo que no consigue en absoluto mientras intenta aleccionarnos historia tras historia sobre hasta qué punto estamos dispuestos a hacer sacrificios por conseguir lo que queremos.
Querido Ron Gilbert:
Sé que vas a leer esto y como fan incondicional de tu trabajo, y la cantidad obscena de sonrisas que me has proporcionado estos años, siento ser un poco duro. The Cave es gracioso y aburrido, es ese amigo que tiene un punchline un fin de semana y después de soltarlo se queda callado el resto de la noche.
Sabes hacerlo mejor y lo deseo desde el fondo de mi corazón, piensa las cosas dos veces antes de dar el visto bueno a esas ideas locas que has dado luz verde y han empañado una buena idea y sobre todo, no vuelvas a hacer trampas con la rejugabilidad si las vas a hacer mal.
Double Fine te dará otra oportunidad, Tim Schafer es buena gente.
Un abrazo.
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