Retro-Replay: Kirby's Adventure – NES
No soy un hombre de caprichos, suelo tener dominada esa faceta consumista de ver una cosa y quererla o en el caso de que la quiera esperar lo suficiente a estar mejor económicamente o a que baje el precio, algo que hago con prácticamente todos los juegos que compro y que espero que ocurra próximamente con Child of Eden y Shadows of the Damned (¡Oh espera!), aunque me sabe mal que no hayan vendido lo suficiente para conservar sus precios al menos durante 2 meses.
Últimamente estoy viendo algunos episodios de Gamecenter CX, un programa de la televisión japonesa en el que proponen a Arino, su protagonista, pasarse juegos antiguos con un tiempo límite. Eso me hizo llegar a Ebay y comprar, tras unos minutos de duda, esta pequeña muestra de retro-amor:
Sí, es simplemente un pad con 6 botones y un diseño retro à la Famicom, pero el feeling a la hora de jugar a los emuladores es realmente brutal, no es lo mismo que jugar con el típico mando clon de PS2 para pc que tenemos todos por casa.
Así que siendo poseedor de una Mega Drive y una Game Gear y teniendo mi nuevo y molón retro-mando creo que lo más justo era pasarnos a la otra acera, ir por la luz cada vez menos blanca de los nintenderos y jugar a una de las últimas joyas que apareció en la consola de 8 bits de la gran N. Hablo de una bola rosa que se transforma en otras cosas rosas, hablo de esa pelota con patas que se hincha para volar, hablo de Kirby’s Adventure.
Nunca me llamó lo suficiente este personaje para dedicarme en mi niñez a pensar en adquirir algún juego suyo, su apariencia rosada e infantil hacía que estuviera pegado en las carpetas de las niñas de primaria por su gran capacidad de ser absurdamente kawaii. De hecho no fue hasta que adquirí mi ahora difunta Nintendo DS cuando empecé a interesarme por Kirby y lo hice con un juego que además no tiene nada que ver con las típicas aventuras plataformeras de acción que solía recorrer por los noventa, era de dibujar el camino con el Stylus e ir avanzando fase tras fase, Kirby y el pincel del poder se llamaba en un increíble alarde de imaginación.
Empecé a investigar y pensé que siendo prácticamente una segunda mascota para Nintendo habría tenido un debut a lo gorrrrdo en la sobremesa de 8 bit o incluso que sería más tardía y habría llegado directamente al cerebro de la bestia, me equivoqué. El chicle que se metamorfosea debutó en la joven portátil de Nintendo en 1992 con Kirby’s Dream Land y tan solo un año más tarde daría el salto a su hermana mayor con Kirby’s Adventure.
Cuando comencé a jugar a la aventura de Kirby en el emulador lo primero que me sorprendió, aparte de que me enseñaran a dibujarle en la intro, respecto a otros juegos de NES era una calidad bastante alta tanto a nivel de detalles como a nivel de animación y fluidez. Es una verdadera delicia poder ver a Kirby realizar las muy diversas acciones de las que es capaz sin que sus animaciones sean compuestas por 3 frames como en la gran mayoría del catálogo, no obstante esto tenía truco. El HUD ocupa prácticamente un tercio de la pantalla y aunque era útil también servía para mostrar menos elementos en pantalla y poder darle más vida a las animaciones del juego, y solo me refiero a las animaciones porque a pesar de que todos los niveles y elementos tienen una alta calidad artística, estaban limitados por la paleta de colores que hacía que buenos escenarios perdieran un poco de fuerza. Igualmente los niveles del castillo o la torre tienen unos escenarios de quitarse el sombrero y aunque tengan muy pocos colores diferentes el resultado es aceptable. No obstante no estamos en esto de los juegos para quejarnos por nimiedades, aquí hemos venido a jugar. Y vaya si lo hemos hecho.
No recuerdo haber tenido en mis manos un juego de 1993 en el que un personaje fuera capaz de realizar tantas acciones: Volar, saltar, deslizarse por el suelo, expulsar aire, absorber enemigos y tragarlos o expulsarlos en forma de brillantes estrellas, planear, convertirse en platillo volante, hacer llaves de wrestling (true story)… y así unas cuantas más cada vez que asimilábamos un nuevo enemigo, es espectacular el abanico de posibilidades que tienes en Kirby’s Adventure a la hora de tomar decisiones para avanzar en un nivel. Posibilidades que además se ejecutan con una suavidad perfecta, con el pad en las manos Kirby es más como un torno de cerámica a la que dar forma en lugar del bloque de piedra con el martillo y el cincel que reinaban más por esa época en juegos como Castelvania o Ghost ‘n’ Globlins.
Tenemos los gráficos, tenemos la jugabilidad, unas melodías y sonidos que encajan a la perfección con nuestra rosada bola y una historia que consiste en recuperar una varita mágica de las garras de un terrible pingüino. Algún pero tiene que haber, hablemos de los niveles y su dificultad.
El primer aterrizaje de Kirby en sobremesa traía consigo un salvavidas en forma de chip de memoria que permitía guardar hasta 3 partidas diferentes sin necesidad de passwords ni esas cosas que gustaban tanto en el pasado con tal de ahorrarse unas perras/tiempo al desarrollar el juego. Era necesario ya que la aventura está dividida en 7 mundos, bastante bien diferenciados entre si para que no nos aburramos, los cuales tienen a su vez 6 fases y un enemigo final cada uno, haciendo del cartucho un «buen» ejemplo de duración aplicada a los videojuegos. Duración que se salva gracias a la cantidad de niveles que existían ya que Kirby’s Adventure es realmente fácil.
Continuaciones infinitas, vidas extras por doquier que se consiguen en los diferentes mini juegos a lo largo de la partida, checkpoints tras cada puerta, enemigos facilones y la posibilidad de volar son los principales culpables de que el juego sea prácticamente un paseo, divertido, pero un paseo en gran parte de los niveles. Mientras algunos de ellos son de diez y te obligan a capturar a algún enemigo especifico para obtener su poder y avanzar o desbloquear alguna bonificación o secreto a la par que introducen alguna pequeña variación en la mecánica del juego, la mayoría están destinados a ser un auténtico paseo al disponer de los poderes de los enemigos y la opción de volar. Tampoco digo que esto hubiera acabado en un Super Mario The lost levels, pero un poco de dificultad o que gran parte de los niveles estuvieran diseñados como en los últimos mundos hubiera puesto la guinda a un pastel rosa hecho con mucho mimo.
Kirby es adorable, baila cuando termina un nivel, viaje a través del cielo cabalgando estrellas gigantes, dispara una pistola con un puño de boxeo en unos duelos al más puro estilo western e incluso se duerme como un cachorrito al tragarse el enemigo adecuado. Es el peluche/juego que todo padre debería regalar a su hijo/a (además no hay posibilidad de frustración con la dificultad) y que todo jugador debería al menos probar para poder corroborar una vez más que Nintendo venderá «Nintendogs» e «Imagina ser…» a cascoporro pero detrás de esa cortina de billetes de 500 euros hay mentes que tuvieron ideas realmente buenas y originales que no deben perderse. ¿Me oyes Nintendo? No lo olvides.
Next stop: Ninja Gaiden!
HELL YES!
Me encantaba este juego cuando era pequeño. Eso sí, pasó un tiempo hasta que conseguí reconocerlo delante de mis amigos.