Análisis – God of War (2018) ~

Cada acción tiene su consecuencia

¿Desde cuando está Kratos entre nosotros? Recordad vuestra adolescencia encadenados a una PS2, algunos seguro que incluso vuestra niñez, sin permiso explicito de vuestros padres. Help you with easy online cash advances, and more. Era lo más: un tío calvo y musculoso repartiendo espadazos a diestro y siniestro, imbuido por sus increíble poderes espartanos que básicamente consistían en sus dos testículos bien hinchados y un montón de testosterona que debía descargar entre juego y juego si encontrabas a las concubinas. El sueño de otro calvo, el de Brazzers, que consiguió sin ayuda de los dioses. Y ahora mírate Kratos, con barba, ocultando tus heridas físicas y morales, encargado de un hijo al que nunca has hecho demasiado caso y enfrentando el duelo de tu mujer recientemente fallecida. Todo eso ha tenido que pasar para que nos des tu mejor cara ¿mereció la pena?

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Siempre he pensado en God of War como un mata mata, un juego en el que desahogarse sin una carga argumental demasiado importante como para tomármela en serio. Alucinaba con los movimientos y los combos que ibas aprendiendo y desbloqueando y mis conocimientos básicos de mitología se vieron aumentados cuando decidía poner algo de atención en la historia y posteriormente ayudarme de algún texto para comprender mejor porque acababa de arrancar la cabeza a un enemigo. Pero los videojuegos evolucionan, los diseñadores evolucionan y Cory Barlog deja un poco de lado la extrema violencia de la que bebía la saga para centrarse en algo mucho más complejo: la narrativa.

Puede escribirse largo y tendido sobre ella y todo lo que le rodea: un guión prácticamente perfecto con unos giros argumentales que funcionan como engranajes para que no dejes de jugar, unos personajes memorables tanto en el bando de los villanos como en el de los aliados, textos para leer hasta que te aburras pero que, yo que no soy nada de eso, me he sorprendido pausando la partida varias veces porque realmente ayudaba y aportaba a completar una historia larga sobre la aventura que realizarán padre e hijo para cumplir la última voluntad de su respectiva esposa y madre. Es complicado hacer que todo funcione tan bien cuando tienes delante un mundo abierto pero también es difícil meter a God of War dentro de ese género siendo lo que ha sido.

Podríamos considerarlo mundo abierto con todo lo que ello supone: caminar por una extensión bastante amplia, encontrar secretos, misiones secundarias…pero no sería justo para Red Dead Redemption 2 por citar un mundo abierto de verdad de ese mismo año (y fomentar la rivalidad del GOTY 2018). Digamos que God of War se acerca más a los mundos abiertos como el de Zelda Ocarina of Time: grandes escenarios que están unidos uno tras otro dándonos la sensación de tener libertad pero la justa. El diseño es brillante en este sentido ya que han conseguido engancharnos a la historia y no necesitamos toda la libertad que más adelante sí nos darán por si nos hemos dejado alguna cosa sin completar, justo lo contrario que realiza por ejemplo Final Fantasy XV que nos deja merodear al principio y luego nos ata un poco más a un pasillo. Esa es la importancia de la narrativa unida al diseño de niveles, en ningún momento sentí la necesidad de echar a correr por el mundo porque con lo que me estaba dando el juego tenía suficiente para no aburrirme y no querer más aunque ciertamente hay un par de momentos que se echan en falta los viajes rápidos para acelerar trayectos pero siempre se sacan un pequeño as de la manga para hacer ese viaje interesante ya sea una historia, una pequeña revelación o la incorporación de algún enemigo que se interponga en nuestro camino dando paso a liberar un poco de estrés repartiendo hachazos el otro elemento especialmente cuidado en el juego.

Es amor lo que Kratos siente por ese hacha y no le culpo. Un sistema de combos que en principio puede parecer básico va aumentando poco a poco el repertorio durante el transcurso de las horas, otro gran punto a favor: tampoco te aburrirás del combate. La evolución de los personajes va de la mano con nuevos ataques y habilidades y si no es suficiente la variedad que podemos conseguir con la experiencia que ganemos en los combates tanto el hacha de Kratos como el arco de Atreus, que se convierte en un aliado en la batalla con sus flechas y ataques realmente importante, albergan espacio para runas que nos permitirán realizar ataques especiales que se recuperan con el tiempo y que son especialmente útiles.

Todo es mejorable y personalizable: armadura, hacha, arco, talismanes…por supuesto previo pago de Plata y recursos que iremos encontrando en nuestra aventura. La variedad de opciones que tenemos gracias a esto es muy amplia para enfocar nuestra batalla contra todo lo que se nos ponga delante ya sea confiando en la habilidades rúnicas y mejorando su tiempo de recuperación, aumentando nuestra fuerza para repartir leña más duro o confiando en nuestra defensa y capacidad de devolver golpes con nuestro escudo. El equilibrio entre la esquiva, el parry y el ataque recuerda más a un desarrollo japonés que a uno occidental, salvando las distancias, pero se agradece la cantidad de movimientos y alternativas que tenemos para enfrentar al pobre desalmado que tengamos delante o al ogro de turno que venga a arrancarnos las entrañas.

Por poner un pero a todo lo relacionado con el combate podríamos decir que utiliza el truco de reconvertir enemigos que ya conocíamos con elementos (fuego, hielo, veneno) para que cambiemos nuestras estrategias y que no es algo que moleste demasiado durante la partida pero al cuarto elemental ya se le va viendo el plumero. Por suerte es algo que camufla perfectamente bien ya que gracias a nuestros viajes por los reinos, aunque algunos de ellos se parecen entre si con alguna variación en el ataque, no tendremos la sensación de que siempre estamos luchando contra lo mismo.

God of War es un juego hecho para cerrar bocas o para abrirlas con los gráficos y diseño del juego, pero principalmente para cerrarlas. Yo mismo no hubiera querido jamás jugar un título de la saga, de hecho no tocaba ninguno desde aquel Ghost of Sparta de PSP. Pero ha tenido que llegar el señor Barlog para dar la vuelta a la tortilla y ponerme delante una historia adulta (el desarrollo de la relación padre hijo es absolutamente genial) dentro de lo que la mitología, los dioses y las hachas boomerang permiten para decir: este God of War puede ser perfectamente el juego del año sin despeinarse. Y lo siento por Red Dead Redemption 2.

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