Music Sunday – Clotho, el Korobeiniki de Sega

columns start

Cuando en 1989 Tetris lo estaba partiendo con su versión de GameBoy y empezando la Korobeiniki-mania, Sega intentaba buscar un revulsivo al vacío de juegos de puzles que Cloto estaba hilando en su rueca. Para intentar salvar el inevitable destino que Láquesis había medido con su vara doce años después, se hizo con los derechos de Columns, un juego de puzles que apareció en los arcades en 1989 y un año más tarde se instaló como el Tetris de Sega. Lamentablemente Átropos ya había decidido cómo iba a morir…pero el final de esa historia ya lo conocéis.

Los grandes juegos de puzles son aquellos que te permiten jugar horas sin cansarte mediante mecánicas sencillas. Al igual que el juego ruso, Columns, partía de una sencilla base: combinar un mínimo de 3 joyas del mismo color (efectivamente, parecido a esos mil juegos que existen ahora de buscar figuras similares y hacerlas desaparecer) en posición diagonal, horizontal o vertical para eliminarlas. Las figuras siempre caían de la misma manera: de tres en tres unidas en una línea vertical y cuyo orden podíamos cambiar a nuestro antojo para intentar combinarlas lo mejor posible. Horas de vicio se escondían detrás de Columns, pilas y pilas agotadas en la Game Gear de mi hermana y eso amigos, son muchas pilas.

Pero su tema principal era de lo más curioso. Su temática griega, presente en la pantalla de título mediante una especie de grabado, fue representada bastante bien por su autor Tokuhiko Uwabo. Notas de una recién entrada década de los noventa que te hacían pensar en que aquello sonaba a griego, eras pequeño, no tenías ni idea, pero una melodía que te evoca esos pensamientos es verdaderamente digna de elogio. Es cierto que tanto Lathesis como Atropos también formaban parte de una banda sonora escasa, pero ninguna decía más Grecia como Clotho. Una melodía que comenzaba tranquila, que me volvía loco porque de pequeño, incluso ahora un poco también, asociaba algunas notas con Hotel California de los Eagles, que mediante pequeñas escalas aumentaba su intensidad hasta romperse al minuto y medio acelerando dichas escalas y cambiando el tono de la canción. Cuatro minutos de magia de sintetizador que hoy en día me siguen transportando al suelo de mi antigua casa embobado delante de mi televisión con mi cartucho 3-in-1 junto al Italia’90 y el Super Hang On.

Esto, señoras y señores, es una gran BGM.

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